Medianoche de enero.
Bajo la luna llena, voy andando descalzo por la espuma plateada y tibia de mi
playa. Con los brazos desnudos y la cabeza al viento, cargo plácidamente mis
útiles de pesca: las cañas, los anzuelos, los corchos, la carnada, una canasta
vieja y un farol a la espalda…
Y sigo por la
orilla con mis chismes a cuestas cantando a voz en cuello, feliz e inofensivo
como un pájaro suelto. Al lado de la
luna y un rincón del cielo, una estrellita roja se ha asomado a mirarme. Visto desde
allá arriba, ¿Qué seré para ella?
¿Un fruto extraordinario?
¿Una flor?
¿Un cangrejo?
¿Quizá un sapo negro, solterón y ceñudo?
¿O una vieja tortuga nocturna y gigantesca?
… Y me encuentro de risa bajo a la luna llena.
Y es que con todos esos utensilios extraños, que me
dan un aspecto primitivo y feroz,
-
Estrellita curiosa, a si vieras, en el fondo, ¡qué buen muchacho soy!
(Pintor, Carlos
Rodríguez. Montevideo: Buenos libros - Rosgal, 1991.)
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